09 mayo, 2011
EN LA INMENSIDAD DE LA NOCHE
Esa noche inexorable
me vi olvidada en medio de la calle oscura e inmensa,
con mis huesos despojados de la carne
con mis parpados húmedos y sombríos
intentando hacerme intangible y serena.
La madrugada me vistió de ráfagas de dolores,
en medio de la nada y del todo;
abandonada por palabras no dichas,
anclada en esa acera gris y silente,
con la faz pálida, todo dando vueltas,
hastiada de tus párrafos perdidos,
verbos acallados,
miradas muertas.
Entonces el misterio de tus iras
hicieron que mis pensamientos fueran peregrinos bajo la luna nueva,
recordando esos instantes vividos hace unos momentos,
donde me cobijabas en el umbral de tu pecho
para luego, como un bandolero, robar el resplandor de mi mis ojos,
despojarme de la ilusión y quitarme de la plenitud, la huella.
Y ahí quedé,
entumecida,
desconsolada,
absoluta,
descalza y pequeña;
la quinta noche, de la tercera semana, del cuarto mes;
cubierta de espinas
tragando lo amargo
perdida en tus cauces
galopando penas. ©
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2 comentarios:
Un dia el amor llega y quedamos brillando como el sol y en otro dia de repente somos pregados de dolor y soledad de algo que llegó y se foi sin al menos dicir adios.
Mi linda tu literatura es bella.
te dejo mis huellas por aqui e te deseo mucha suerte y amor
Rachel omena
Que bien entiendes el contenido de estas letras Rachel querida. Y tienes razón, la dignidad y el respeto está en saber decir adiós.
Un abrazo para ti,
Elisa
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