Es una distinción tener muchas virtudes, pero es una pesada suerte; y más de uno se fue
al desierto y se mató porque estaba cansado de ser batalla y campo de batalla de virtudes.
Hermana mía, ¿son males la guerra y la batalla? Pero ese mal es necesario, necesarios
son la envidia y la desconfianza y la calumnia entre tus virtudes.
Mira cómo cada una de tus virtudes codicia lo más alto de todo: quiere tu espíritu íntegro
para que éste sea su heraldo, quiere toda tu fuerza en la cólera, en el odio y en el
amor.
Celosa estás, cada virtud de la otra, y cosa horrible son los celos. También las virtudes
pueden perecer de celos.
Aquel a quien la llama de los celos lo circunda acaba volviendo contra sí mismo el
aguijón envenenado, igual que el escorpión.”
2 comentarios:
Hola, Elisa:
No hay nada más dañino que la envidia y los celos, son terribles.
Llegué a tu blog por casualidad y estoy encantado de conocerte.
Un abrazo.
Gracias Rafael por venir. Tienes razón, envenenan el alma; es muy triste, por ellos.
Un abrazo también para ti
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