15 diciembre, 2010



EN EL OCASO DE LOS AÑOS


El, mira por la ventana empañada
con la piel lívida de frío.

Ella, sentada en la poltrona azul
acaricia al gato que dormita en su regazo.

El, en silencio deja volar sus ojos
por sobre el follaje del jacarandá
que afuera se mece furioso.

Ella, aferra sus pupilas en la espalda del hombre
que ya con pasiones dispersas y añosas, nada provoca.

El, se fusiona entre el calor de la casa
y la humedad de la llovizna que cae en el jardín.

Ella, se siente sumergida entre la penumbra y los sueños.
Esos que la hacen traslúcida y perfecta.

El, se despega del cristal
y con la mirada vaga y ausente
arrastra su cuerpo otoñal y vacío.

Ella, le sonríe en tiempo presente
y lo piensa en pretéritas horas.
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Los años han desgastado sus noches
y han oscurecido sus días.
Ahora solo se miran como espejos sin memorias,
se comunican con códigos añejos,
se desvanecen en silencios desnudos e inciertos.

La rutina de la vida
los transformó en cuerpos sin historias
con los párpados cansados,
metálicos y herrumbrosos©

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4 comentarios:

Ana Isabel 15 de diciembre de 2010, 19:16  

Pensar que muchas historias de grandes amores se encaminen de esta forma al final de sus días...es algo triste...pero aún así has sabido (me permito tutearte) plasmarlo de una manera preciosa

ELISA GOLOTT 15 de diciembre de 2010, 19:20  

Gracias Ana Isabel por tus palabras. Tienes razón, así es, una triste verdad.

Yo feliz con tus visitas.

Elisa

Ana Muela Sopeña 26 de diciembre de 2010, 2:52  

Impresionante la belleza de este poema, Elisa. Así, tristemente muchas parejas terminan sus días. El amor decae hasta ser algo decrépito que sólo se observa en la sombra de un espejo.

Me encantó tu manera de plasmarlo
Ana

ELISA GOLOTT 26 de diciembre de 2010, 10:39  

Gracias Anita por la visita y las palabras.

Un beso grande, Elisa

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