EL JARDIN PROMETIDO

                                                                  
Me prometiste un jardín florido...Un árbol con frutos de oro...

Plantaríamos juntos el césped en la tierra fértil de nuestro mundo. Enredaderas de almíbar de pelo cubrirían los murallones, y en las macetas, al lado del escaño de hierro,  habrían flores de mazapán y merengue.

En las jardineras de greda de la entrada, habrían dos arbustos de turrón y nueces confitadas. Sobre la mesa de la terraza, un florero de cristál azul con rosas perfumadas y helechos verdes con la esperanza de una vida feliz... y los nardos estarían a la salida de la casa junto con los liliums de mil colores. 

Nos sentaríamos en los atardeceres a mirar nuestra obra maravillosa; nos tomaríamos de las manos para conjugar nuestros idiomas. Reiríamos tanto...hasta quedar exhaustos y llenos de amor.

En el jardín prometido sólo quedó la tierra rojiza esperando por nosotros y nuestra obra que nunca se concretó.

Los pájaros hicieron nidos en otros árboles,

las mariposas revolotearon en otras flores,

el cerezo nunca floreció... 

Mas ahora, vuelvo a escuchar tus palabras, esas que alcancé a sembrar en una pequeña maceta
roja, que he cuidado por años, para que broten letras color jacinto y me repitan en los ocasos que aún te espero en nuestro jardín. ©

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