13 abril, 2010

                                      EN LA CIUDAD



Caminan las siluetas sin nombre
por la ciudad ruidosa y apurada.
Los labios apretados no dicen nada,
sólo las miradas idas parecen hablarme.
Un niño cogido de la mano de su madre,
me sonríe entre la multitud. Le guiño emocionada.
El mendigo en la esquina pide caridad
en una caja con algunas monedas.
El hombre de negocios apura el paso
hablando por su costoso móvil.
Una pareja de enamorados se besa
en la banqueta bajo el jacarandá de la avenida.

Y yo recorro lentamente las calles mirando
como la vida sigue sin saber que existo.
Miro mis brazos vacíos, ansiosos de regalar un abrazo
a las siluetas oscuras y sin nombre.
No me ven, no me sienten. Desisto del impulso.
Sigo mi camino silencioso y me vuelvo indiferente.
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1 comentarios:

Ana Muela Sopeña 17 de abril de 2010, 17:50  

Genial poema, Elisa. Y es que el anonimato de las grandes ciudades nos hace ser un poco indiferentes, como dices en tu poema.

Un poema moderno, urbano y muy bien escrito.

Me ha gustado mucho

Un beso
Ana

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